Historia Contemporánea I por Jordi Roca Vernet y Joan Fuster Sobrepere

10 enero, 2018
“Batalla de Tetuán”, Marià Fortuny 1860

Historia Contemporánea I es el estudio del largo siglo XIX que, en los últimos tiempos, ha estado objeto de una profunda renovación historio-gráfica para desmontar algunas de las premisas sobre las que se había construido tradicionalmente su análisis. En esta asignatura queremos ofrecer nuevas perspectivas interpretativas que nos acerquen a los principales procesos sociales, culturales, políticos y económicos para conocer como la modernidad ha adoptado formas múltiples en función de la enorme diversidad de sociedades existentes al mundo. Para hacerlo, contamos con trabajos recientes como los de JürgenOsterhammel o Josep Maria Fradera, pero también de ‘clásicos’ de la disciplina como Christopher Alan Bayly o Eric J. Hobsbawm. El siglo XIX es un momento de aceleración de los procesos de integración global, pero paradójicamente esto no revirtió en una mejora de las condiciones de vida del conjunto de la población mundial. La interdependencia de varias regiones del mundo no se proyectó cabe una tendencia de ayuda mutua entre aquellos territorios. Incluso, la mejora de las comunicaciones, la movilidad, el comercio o las innovaciones generaron efectos que iban en la dirección contraria, como por ejemplo la consolidación del Estado a través de la Nación que lo convertirá en el garante de derechos y servicios por los ciudadanos.

El siglo XIX se erige en un momento capital de la historia de los Imperios y de la historia de las naciones, sin que

Torres, L. “El Parque del Retiro acogió un zoológico humano en 1887 junto en la Casa de Fieras”

una quede subyugada por la otra. La experiencia imperial europea y norteamericana ha sido reinterpretada como una forma de preservar y consolidar el desarrollo constitucional del espacio metropolitano, convertido en una excepción, que daba continuidad a una tradición parlamentaria precedente. Por lo tanto, mientras los territorios del imperio se gobernarán de forma distinta entre ellos, la metrópoli desplegaba un proceso de revolución constitucional que lo llevó a erigirse en el sujeto de soberanía gobernadora del imperio. Así, los historiadores que han analizado las revoluciones constitucionales del siglo XIX han subrayado que fue más difícil generar consensos en el ámbito metropolitano del que lo fue en las naciones que surgieron de los antiguos territorios imperiales. A partir de aquí, la historia de la nación y de los nacionalismos se ha convertido en una cuestión fundamental del siglo para comprender como aquellos Estados patrióticos del siglo XVIII se erigieron en naciones y desarrollaron un potente nacionalismo para reforzar el Estado y a la vez otorgar a la nación una dimensión imperial, mientras casi simultáneamente se gestaba la semilla de los movimientos nacionalistas en los territorios coloniales que décadas después liderarían los procesos de independencia respete el imperio.

“View to the Royal Exchange in the City of London in 1886”

La historia del siglo XIX es la historia de los hombres para imaginar naciones que reforzaban los estados y a la vez impulsaban la destrucción otras formas de estado. También se pone de relieve que la supuesta supremacía europea fue menor de cómo lo había presentado la historiografía europea precedente, y cuando existió lo hizo muy condicionada por las estructuras de control existentes en territorios colonizados por el imperio Chino o Turco que impidieron la desnaturalización de la estructura política y social autóctona con la presión europea.

La diversidad de las causalidades, y a la vez la consideración que ni la economía ni la cultura o las ideas, han estado determinantes en el conjunto procesos de transformación y modernización del siglo. A pesar de que su relevancia ha estado desigual en función del proceso estudiado. Ahora bien, aquello que acontece sustancial para entender el siglo es la emergencia de algunos fenómenos convergentes como por ejemplo la expansión de las grandes religiones (catolicismo, protestantismo, mahometana, etc.), la extensión de las ideas del liberalismo, del socialismo o de la ciencia, la proyección del fenómeno urbano y de las transformaciones económicas de alcance mundial.

Por todo ello, la historia del siglo XIX nos permite adentrarnos en los efectos de la globalización desde una

“Treballadores d’una fàbrica tèxtil catalana”

perspectiva múltiple, observando como sus efectos serían convergentes y divergentes a la vegada. También observaremos como emergieron nuevos grupos sociales y se redefinieron otros, patentizando la tendencia a su proyección espacial en función de unos intereses que tanto podían ir desde el mundo local hasta el internacional, tanto se vale si eran nuevos o viejos grupos sociales. La emergencia de nuevos grupos sociales y la transformación de los precedentes suscitará nuevas prácticas sociales y culturales (cultura de clase, culturas del trabajo, consumo, ocio, etc.) que los articularán como grupo, desencadenando relaciones diversas con otros grupos.

Jordi Roca-Vernet consultor y Joan Fuster-Sobrepere profesor responsable de Historia Contemporánea I del Grado de Historia, Geografía e Historia del Arte.

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