Historia Medieval por Pere Benito

29 enero, 2018

Los cuatro jinetes del Apocalipsis (victoria, guerra, hambre y muerte) según el “Beatus” de la Universidad de Valladolid (siglo 

Los humanistas italianos hicieron mucho de bien y mucho de mal a la Edad Mediana. Mucho de bien porque concibieron un largo periodo de la historia de Europa situado entre la Antigüedad clásica grecorromana y el Renacimiento que nunca había existido en la conciencia de los hombres que vivieron, pero que hoy es parte inseparable de la cultura y el imaginario histórico colectivo de los europeos. Inventaron el concepto y lo denominaron media tempestas (1469), media aetes (1518),medium tempus (1531) y , finalmente, mediumaevum (1604). Mucho de mal porque caracterizaron este largo periodo histórico con toda una serie de tópicos negativos que todavía hoy están profundamente arraigados en el imaginario popular y pesan como una losa en la tradición historiográfica. Lo describieron como una época oscura, hundida en el retroceso intelectual y cultural, y en el letargo económico secular, como un periodo dominado por el aislamiento, la ignorancia, la teocracia, la superstición, el miedo al advenimiento del fin del mi (milenarismo), la inseguridad endémica, la violencia, la barbarie y la brutalidad de guerras e invasiones constantes, el gobierno tiránico del feudalismo, la pobreza, el hambre y las epidemias apocalípticas. Así, pues, quien querría hoy vivir a la Edad Mediana? Una encuesta publicada por The Guardian en 2014 demostró que muy poca gente: de los diez años peores de la historia de Inglaterra, los lectores de este diario escogieron cinco del periodo medieval. Si un político quiere descalificar las ideas de su adversario, solo tiene que decir que el que propone es “volver a la Edad Mediana”.

Los tópicos asociados a la Edad Mediana, amplificados por la literatura y por el cine, son muchísimos, pero bien poco tienen que ver con la realidad histórica. Cómo ha demostrado la investigación histórica y arqueológica, los cimientos de la modernidad europea se encuentran en los siglos medievales.

Caravana atravesando la ruta de la Seda en dirección a Catai (China). Atlas catalán de Abraham Cresques (c. 1375)

En el ámbito de la economía, las cruzadas a Tierra Santa abrieron a los mercaderes occidentales los puertos del Levante del Mediterráneo donde llegaban las preciadas especies orientales. Después, en el siglo XIII, la Pax Mongolica posibilitó que Oriente y Occidente formaran parte de un mundo global e interconectado a través de las rutas de la seda, por donde circulaban mercaderes y embajadores y por donde se difundían ideas religiosas, textos filosóficos y científicos. A partir del siglo XIV, en las ciudades italianas se gestaron algunas de las primeras formas y manifestaciones del capitalismo como por ejemplo la banca, la letra de cambio o la contabilidad por partida doble.

La gran mayoría de ciudades, villas y pueblos del viejo continente, con su topografía organizada alrededor de una iglesia, de una catedral, de un castillo o de un mercado, cerca de puertos, nudos fluviales o cruces de caminos, son fundaciones medievales. Nació así una verdadera civilización urbana que nada tiene que ver con el habitado troglodítico de los campesinos proyectada por la literatura. Con las ciudades surgieron, a partir del siglo XII, las instituciones municipales, sus símbolos y sus formas de ejercicio del poder.

Alegoría de los efectos del buen gobierno sobre la ciudad. Ambrogio Lorenzetti, 1338-1339

La Edad Mediana no fue el periodo de barbarie y de violencia cotidianas que nos pinta “Juego de truenos”. El Derecho romano por el cual todavía hoy nos regimos fue recuperado a partir del siglo XII gracias a la traducción del código de Justinià. A la misma época surgió y se desarrolló el notariado, una institución medieval que ha perdurado hasta hoy y que produjo millones de documentos escritos que regularon múltiples aspectos de la vida social y económica de campesinos y mercaderes.

El legado cultural de la Edad Mediana es inmenso. A lo largo de estos mil años se gestaron la mayoría de lenguas que hablamos los europeos y la mayoría de naciones culturales y de estados-nación que hoy conforman la compleja geografía política de Europa. La idea misma de Europa es de origen medieval. El Estado moderno con algunas de sus instituciones características (Corts, parlamentos, fiscalidad…) tiene sus orígenes en las transformaciones de las monarquías europeas a la Baja Edad Mediana. En los siglos XI-XIII se gestó el sistema antroponímico (formado por un nombre de pila y un apellido de familia, hereditario) por el cual hoy los europeos somos designados.

Corts catalanas segundos una miniatura de un incunable del siglo XV

La Edad Mediana nos ha legado millones de textos escritos. La mayoría de obras de la literatura, de la filosofía y de la ciencia grecolatina se transmeté a través de copias producidas a los escritorios monásticos y en las aulas cortesanas. Las traducciones árabes redescubrieron tratados antiguos que hicieron posible el adelanto del conocimiento científico y del humanismo.

Las universidades como centros de transmisión del saber son una institución medieval. Las primeras universidades (Oxford, Bolònia, París, Toulouse, Salamanca, Lleida…) establecieron un sistema de títulos, como por ejemplo magistery doctor, que todavía hoy son hitos fundamentales del currículum de la educación superior.

Tanto si queréis graduaros como los estudiantes medievales como sí queréis comprender el mundo en que vivimos, de motivos para estudiar “Historia Medieval” sobran. Y para no volver a caer en los tópicos de los humanistas, os proponemos de hacerlo a través de los textos de algunos de los mejores especialistas del periodo, de historiadores que han reflexionado sobre los cambios culturales, sociales y económicos que transformaron la civilización europea y lo encaminaron hacia la modernidad.

Pere Benito, profesor de la UdL y PRA de la asignatura de Historia medieval del Grado de Historia, Geografía y Historia del Arte UdL-UOC

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